Tata Güines: Aquel que hacía hablar la tumbadora
Tata Güines

Cuba: en el año 2006, el Premio Nacional de Música haya recaído en Federico Arístides Soto Alejo –Tata Güines–, quien se convirtió así en el primer percusionista en recibir semejante distinción, es un privilegio mayor que honra a todo músico de nuestro país.

Pero que, anteriormente, a propuesta del Ministerio de Cultura, se le otorgara en 2002 la Medalla Alejo Carpentier, y en 2004 la Orden Félix Varela, confirma que se trata de una personalidad, además de inolvidable, de raigal cubanía.

Incluso más, solo saber que hay un antes y un después del Tata (30 de junio de 1930–4 de febrero de 2008) en lo referido al desarrollo profesional de los tumbadores, es suficiente información para inclinarse respetuosamente ante él, en esta tierra en la que el deseo de llegar a tocar una tumbadora está en la sangre de cualquier niño.

Sincero admirador de otro grande de la percusión como lo fue Chano Pozo, el Tata reconocía con orgullo que fue el estilo de aquel lo que le marcó el camino para alcanzar un sello propio en el aprendizaje de hacer hablar las tumbadoras.

Hasta dónde el nivel innovador del Tata sobre los cueros pudo haber transformado la tumbadora en otra cosa se advierte en la original forma de tocarla con las uñas, para sacarle tonos desconocidos hasta ese momento, y entregarnos lo mismo la más profunda sensación de tristeza que una indiscutible alegría.

Este cubano sencillo, de carácter abierto y campechano, enfocado en preservar la cadencia y el sabor de sus interpretaciones, acompañó, durante su estancia por dos años en Nueva York, tanto al gran Benny Moré como a figuras del rango de Miles Davis, Josephine Baker y Frank Sinatra, entre otros tantos; pero también disfrutaba enormemente tocar en los carnavales, en una comparsa tradicional como Los Dandys de Belén.

Es el propio Tata el primero en reconocer que lo mismo tocaba en una orquesta típica que en una jazz band o en un grupo de rumba. Pocos tumbadores han tenido la oportunidad como él de interpretar su composición Perico no llores más, con la Orquesta Sinfónica Nacional dirigida por Manuel Duchesne Cuzán; acompañar a Sergio Vitier en la obra Ad Libitum, pieza llevada al ballet por la prima ballerina assoluta Alicia Alonso y el gran bailarín español Antonio Gades; o participar en la exitosa producción discográfica Lágrimas Negras, de Bebo Valdés y Diego el Cigala.

Coincidamos con el prestigioso percusionista Yaroldy Abreu cuando afirma que al legado de Tata Guiñes «hay que estudiarlo y escucharlo como parte de nuestra formación, y así aprovechar en mayor medida a uno de los más grandes intérpretes que modernizó la tumbadora».

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